martes, 20 de noviembre de 2012

Entrada namber naintin: viajeando


Viajar…viajar…viajar…
Sinceramente, había escuchado que durante el Erasmus se viajaba, pero no sospechaba que lo haría tanto y tan requetebién!
Sigo redondeando los lugares visitados con mi rotu rojo, y la verdad es que ya hay un número considerable (¡Y lo que queda!)


Supongo que el cuatrimestre que viene lo dedicaremos ya a explorar el resto de Europa (con esos vuelos a cincuenta céntimos que todo el mundo menos yo encuentra), que Polonia ya nos la conocemos mejor que nuestros países de origen (lo peor es que puede que sea cierto) y nos hemos tragado ya unas cuantas horillas de trenecillo harrypotteresco. En serio, en cualquier momento me espero ver llegar a una lechuza y posarse en mi escoba. Tres horas de viaje me parecen ya un paseete para ir a comprar el pan. Ayuda también poder viajar unos 300km por menos de 6 euretes.

Si no me he enterado mal, me da que a principios de diciembre visitaremos también Cracovia. Faltará Wrocław (que se pronuncia como un ladrido de perro) y ya habremos hecho el tour de las ciudades polacas imprescindibles. (Bueeno, vaale, también Szczecin, Lublin, Łódź…)

En fin, pero ahora toca dar un poquete de envidia con los viajes pasados que no he comentado por aquí: Poznań, Gdańsk y Praga (Praga la de la República Checa, no mi-barrio-preferido-de-Varsovia-al-que-siempre-intento-convencer-a-la-gente-de-ir).

Cada ciudad ha tenido su aquél, tanto por lo preciosas que son las ciudades por estas tierras (casas de colores everywhere…callejuelas con encanto…anticuarios…) como por la compañía, como no!

De Poznań, me quedo con su plaza colorida:

  
Gdańsk y Sopot, me dejaron encandilada.
No sabía que echaría tantísimo de menos la playa, pero cuando llegamos a orillas del báltico, con esa agua plateada y repleta de gaviotas casi me da una saturación extática! Qué preciosidad… Faltó poder comer un buen pescadito y hubiera sido redondo. Pero no, que parece que en este país el pescado no se estila, ni siquiera en pueblos costeros. Gran misterio.
La ciudad de Gdańsk es bonita mires donde mires. La mejor calle, la calle Mariacka, estrechita, llena de barecillos, puestecillos, escaleras para subir a las casas góticas y desagües en forma de dragón.  Es también preciosa la plaza del ayuntamiento, que, atravesando un portal, desemboca en el río. Reconozco que no vi ni la grúa ni el molino, e igual también nos dejamos otras cosillas, pero nos llevamos una anecdotilla: que un gorila de discoteca polaco nos dijera que como volviéramos a intentar engañarle para entrar, nos echaba de Polonia para siempre jamás.



El viaje a Praga ha sido inmejorable.
Pasamos de ver La Bohème en la Ópera Nacional a tomar unas cervezas checas en un pub costrosillo de los que a mí me gustan.
La ópera, muy recomendable, eso sí, hay que leer el libreto antes de entrar y respirar de alivio cuando los subtítulos están también en inglés. Que sí, que el italiano se parecerá al castellano, pero cantado es incomprensible.
De Praga me encantaron sus edificios Art Nouveau, todo con dorados,  florituras, letras engalanadas…  Me recordó mucho a una exposición que vi en Valencia y a un artista en particular, Alfons Mucha.  Luego resultó que es checo el hombre, y en todas y cada una de las tiendecitas de turisteo (eso es lo único malo de Praga, está plagada de tiendas de souvenirs y turistas) puedes encontrar desde postales hasta dedales con sus dibujos, cajitas… Mira que me gustan sus carteles, pero acabé tan saturada que lo único que compré fue una postal (pero bien bonita oiga!).
Comer, se come bien y a precio respetable (no llega a los 2 euros de Varsovia, pero se acerca). El goulash  está de muerte, y más si lo sirven metido en pan. Venden también unos rollos de dulce requetebuenos. (Sí, comí cual cerda).
Lo malo fue que la mayoría de museos estaban cerrados por obras (fue una visita culturetilla), pero eso nos llevó hasta el Rudolfinum, en el que había una exposición hiperrealista pa’ flipar.
Recomendaría también el barrio judío y los anticuarios. Encuentras desde trombones hasta pipas de mil formas, acordeones y cajitas de latón… (No olvides darle cuerda a tu relojillo, A. ¡!)

Y ahora, pues de vuelta a mi Varsovieta querida.
Hoy después de dos meses, al fin tengo el cuarto para mi sola. He aprovechado para poner la música a todo volumen y bailonguear un poquito. Ay intimidad, como te echo de menos…
Pero bueno, también me dan mis momentos de risa tonta, con el ultrapedo atómico que se tiró aquí mi compi anoche, que lo escuché hasta a través de los auriculares. P. y M. pueden dar fe de mi ataque de risa.
En unos días vendrán mis superprimix A. y T. así que voy a seguir haciendo listas de cosas que visitar…

Pd. De momento, parece que este miércoles sí que sí, vamos de pubs psicodélicos underground por Praga. Ou yeah!
(Zenquiu P.  , no sé qué haría sin tu emprendedurismo)

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